(Life and Death in the Third Reich)
Ed. Crítica, col. Memoria Crítica
Barcelona, 2008 [2008]
La visión que tenemos de la sociedad alemana durante el nazismo, de esa sociedad que permitió el ascenso de los nazis al poder, ha estado desde hace largo tiempo basada en un relato a posteriori que esa misma sociedad creó después de la capitulación. Un relato que ha consagrado ciertas expresiones como las del "No sabíamos nada", la impresión de la "pura" Wehrmacht frente a las "criminales" SS y la contraposición de los "alemanes" frente a los "nazis", dando una impresión generalizada de que unos pocos o muchos nazis manipularon a toda una sociedad manteniéndola en la ignorancia de algunas cosas y engañándola con unas grandezas y logros iniciales, sin desvelar jamás sus planes auténticos. Como máximo, con la colaboración de algunos (nunca identificados) ciudadanos alemanes; pero que la mayoría del pueblo alemán fue víctima del propio nazismo.
La realidad es algo diferente. Si hay que conformar un relato, una narrativa de lo que realmente sucedió, no nos podemos basar en una reacción posterior a una derrota o a un conocimiento completo de los detalles, sobre todo de los detalles de los campos de exterminio. Fritzsche acude al relato que los propios ciudadanos alemanes, "arios" y judíos, transeúntes y residentes, pero siempre inmersos en la sociedad alemana, hacían durante la época en que las cosas sucedían.
Para ello, y en una investigación documental impresionante y exhaustiva, Fritzsche recurre a una cantidad descomunal de diarios, cartas y documentos contemporáneos. El cuadro resultante es muy diferente. Y aterrador.
«Un elemento básico de mi argumentación es el análisis del esfuerzo que los alemanes realizaron para convertirse en nazis. En este sentido, examino el atractivo de las ideas nacionalsocialistas (el deseo de adoptar los estándares de conducta nacionalsocialistas, pero también lo difícil que resultaba hacerlo) y en qué medida los alemanes tomaron decisiones políticas de forma deliberada, consciente e informada durante el Tercer Reich. De hecho, la moralidad de las decisiones y elecciones fue un motivo clave en la vida intelectual de los ciudadanos alemanes durante este período. El objetivo de los nazis era crear una nueva conciencia nacional y racial entre los alemanes y, por tanto, hacerlos cómplices de los nuevos designios raciales. Esta colaboración audaz, homicida y autodestructiva en el nombre de una nueva Alemania rediviva constituye el tema general de las siguientes páginas.»
En este aspecto,el cuadro queda completo, pero no por las tesis del autor, sino por los testimonios que éste aporta.
La vieja cuestión de hasta qué punto conocían los ciudadanos alemanes los detalles del Holocausto queda esclarecida por fin. ¿Conocían todos los detalles? No, pero sí sabían (y había una connivencia, e incluso una complicidad) del proyecto y la puesta en práctica del genocidio.
«Los alemanes no fueron meros espectadores. Como señala Christopher Browning, "en el más alto nivel, los Ministerios de Hacienda, de Relaciones Exteriores y de Transporte habían participado con entusiasmo. En el nivel local, los alcaldes de los pueblos se aseguraron de que su puñado de judíos se incluyera en las deportaciones, las señoras de la limpieza recibieron pagas extra por encargarse de desnudar y registrar a las deportadas" y la Cruz Roja proporcionaba comida y bebidas calientes a los guardias de la SS que acompañaban los transportes.»
«Todavía más asombrosas fueron las subastas públicas en las que se distribuían los bienes expropiados a los judíos alemanes. El conocimiento acerca de estas subastas se suprimió de forma tan completa en los años de la posguerra que apenas en el último decenio los historiadores han empezado a comprender su alcance. [...] Las multitudes se apiñaban alrededor de las pertenencias de los judíos.»
Y sabían, como queda demostrado, la procedencia de esos bienes.
Este es un libro tan repleto de información que podría ser citado en su integridad. Y el cuadro queda completo. De forma terrible, pero completo. Los nazis impusieron una marcha hacia un destino. Y el pueblo alemán empezó a marchar dentro de ese grupo. Por motivaciones varias, puede ser. Siguiendo el paso o no, más rápida o lentamente, con las filas prietas o más abiertas, pero en la misma dirección. Ni tan siquiera existió una minoría significativa que se negara a hacerlo o que intentara elegir otro camino.
«Si el término responsabilidad colectiva es apropiado en algún sentido, y mi opinión es que huimos de él con demasiada rapidez, es apropiado no porque todos o la mayoría de los alemanes fueran perpetradores sino porque, en la conmoción de la derrota, se revelaron dispuestos a enterrar el conocimiento de los crímenes contra los polacos, los rusos, los judíos y los gitanos con el fin de que la Alemania nazi pudiera sobrevivir. La vergüenza venció a la culpa.»
«En los últimos años de la guerra, muchos alemanes terminaron dándose cuenta de que Alemania había cometido un crimen enorme (y fueron más claros al respecto que Wabb) y empezaron a preocuparse por la posibilidad de que si Alemania se hundía, lo haría como consecuencia de ese crimen.»
«Sin embargo, en medio de todos estos problemas, prácticamente no hubo oposición política al régimen hasta el final de la guerra. La legitimidad básica del Tercer Reich se mantuvo intacta porque los alemanes no podían imaginar una alternativa deseable al nacionalsocialismo.»
«Los dos colectivos, los alemanes y los nazis, estaban tan enredados entre sí que después de la guerra las personas normales y corrientes nunca trataron a los asesinos como tales. [...] En lugar de ello, la mayoría de los alemanes optó por amnistiarse.»
Poco se puede añadir a lo aquí escrito y a lo mucho más que relata Fritzsche.
Portada y sinopsis